lunes, 26 de noviembre de 2012

ANTOLOGÍA COMENTADA DE LA POESÍA ESPAÑOLA


 

3.    LOPE DE VEGA Y CALDERÓN DE LA BARCA

       (Dos poetas dramaturgos o dos dramaturgos poetas)

 
 
Félix Lope de Vega Carpio (1562-1635) nació en Madrid de padres bordadores descendientes de una familia hidalga santanderina. Desde muy niño mostró sus extraordinarias dotes de poeta (a los diez años tradujo en verso castellano De raptu proserpinae, de Claudiano. Estudió con los jesuitas y luego en la Universidad de Alcalá, donde cambió las lecciones de Gramática y Retórica por los versos. Desde muy joven su vida se vio envuelta en líos de faldas, y numerosos nombres de mujeres la jalonan: Elena Osorio, Isabel de Urbina, Juana Guardo, Marta de Nevares… Fruto de sus amores con ellas fueron sus hijos Antonia Clara, Marcela, Carlos Félix… Unos y otras sirvieron de inspiración para muchos de sus escritos. Fue soldado, sufrió destierro, se ordenó sacerdote. Después de una vida agitada y de altibajos de fe, murió en la misma ciudad donde había nacido.

 Dejando aparte su producción dramática, género literario que le dio mayor fama, Lope destacó en la poesía lírica, en la que tienen cabida todos los asuntos de la vida, empezando por el amor, profano (“Creer que un cielo en un infierno cabe, / dar la vida y el alma a un desengaño, / esto es amor; quien lo probó lo sabe”) y terminando en el amor religioso (“¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?”), pasando por el dolor, la soledad o la muerte. La poesía de Lope, tanto culta como popular, adorna toda su obra, narrativa y dramática, con versos memorables (villancicos, letrillas, romances…).

 Los textos elegidos son  un Soneto que define al amor, un villancico y un fragmento de uno de los romances más conocidos del poeta, el que comienza “A mis soledades voy, / de mis soledades vengo”.

 
1.
“Ir y quedarse y con quedar partirse,
partir sin alma e ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;

 Arder como la vela y consumirse
haciendo torres sobre la tierna arena;
caer de un cielo y ser demonio en pena
y de serlo jamás arrepentirse;

 Hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada sobre fe paciencia
y lo que es temporal llamar eterno;

 Creer sospechas y negar verdades
en lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma y en la vida infierno.
 

Para muchos Lope es el mejor de nuestros sonetistas. He aquí un soneto de perfecta construcción. Nótese, de paso, el juego constante de antístesis que aparece a lo largo de sus catorce versos, tan acorde con las contradicciones que sufre el que está enamorado.

 

2.
“Zagalejo de perlas,
hijo del alba,
¿dónde vais, que hace frío,
tan de mañana?
Como sois lucero
del alma mía,
a traer el día
nacéis primero;
pastor y cordero,
sin choza y lana,
¿dónde vais, hace frío,
tan de mañana?
Perlas en los ojos,
risa en la boca,
las lanas provoca
a placer y enojos;
cabellitos rojos,
boca de grana,
¿dónde vais, que hace frío,
tan de mañana?
Que tenéis que hacer,
pastorcito santo,
madrugando tanto
lo dais a entender,
aunque vais a ver
disfrazado al alma,
¿dónde vais, que hace frío,
tan de mañana?”

 

El villancico, métricamente hablando, es una composición poética de arte menor y rima generalmente asonante, aunque bastantes veces (como es el caso) aparece la consonante alternada con la anterior. Su estructura es variable, pero siempre suele tener los siguientes apartados: la cabeza, que incluye el estribillo que se repetirá a lo largo del poema (en el villancico presente, la cabeza está formada por los dos primeros versos y el estribillo por los versos 3 y 4, “¿dónde vais, que hace frío, /tan de mañana?”, que irá repitiéndose tras cada mudanza o glosa (segundo apartado), redondilla, de cuatro versos variables que riman consonantemente y aparecen combinados de la siguiente manera (nos fijamos en la primera mudanza): 6a 5b 6b 5a. Tras cada mudanza aparece el llamado verso de enlace (tercer apartado), que rima consonantemente con el último verso de la redondilla ("pastor y cordero", "cabellitos rojos" y "aunque vais a ver", respectivamente), y acontinuación el de vuelta (cuarto apartado) con la misma rima consonante (el último, con rima asonante) que el estribillo. He aquí  los tres versos de vuelta del villancico por orden de aparición: “sin choza y lana”, “boca de grana” y “disfrazado al alma”.
 

3.
“A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.
¡No sé qué tiene la aldea
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí mismo
no puedo venir más lejos!
Ni estoy bien ni mal conmigo,
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.
Entiendo lo que me basta,
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.
De cuantas cosas me cansan,
fácilmente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.
Él dirá que yo lo soy
pero con falso argumento;
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.”

… … …




 

 

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